Media Maratón Madrid 2017

Viernes día 31 de Marzo:

Pero ¿Cómo? ¿Qué la media maratón ya es el domingo?

Imposible. Ni de broma la corro, no esta entrenada. La tirada más larga ha sido de 12 kilómetros y acabé agotada. Poco tiempo dedicado a la preparación. Definitivamente un no rotundo. Seria una locura. Pongo los pies en la tierra. Coherencia, madurez, lógica. Este año seria descabellado intentarlo.

Sábado día 01 de Abril:

Da camino a por el dorsal y pleno convencimiento en no realizarla, sería dar trabajo adicional a la gente del SAMUR.

Pero llegamos a la feria del corredor y entonces,  ¿qué me encuentro? Dorsal con mi nombre (¡Estos de la @mediodemadrid como son¡) sacamos la camiseta de la bolsa y por un momento nos planteamos personalizarla y como nos movemos por impulsos, dicho y hecho, camiseta con el nombre del blog.

Y entonces empiezan las dudas, ¿Cómo voy a ser capaz de ponerme una camiseta de la media de Madrid con mi nombre a la espalda y no sudarla? ¿Cómo no voy a correrla? Pero por otro lado …. ¿Como la voy a correr? Bueno , y si lo hago… ¿qué pierdo? Venga, sin presión. Como un entrenamiento más y sin darle vueltas a la cabeza. Empiezo a visualizarlo. Sin un objetivo que no sea terminarla, da igual el ritmo, da igual todo, solo me propongo correrla, nada de andar, llegar a meta, con eso me basta. ¿Estamos locos? ¡Ostras, sí, estamos locos!

Domingo día 02 de Abril:

Suena el despertador. ¡Menos mal! Toda la noche dando vueltas a la carrera. Ropa preparada, mente preparada. Vamonos¡¡¡

Llegamos al metro y ya se ven runners. Solos, acompañados, en grupo, por parejas, se empieza a llenar el vagón de colores flúor y ya se respira deporte a raudales. Soy parte de ello. Como siempre, Jose a mi lado, confiando más en mí que yo misma. Acordamos hacer cada uno nuestra carrera, ninguno esta para tirar del otro, asi que vamos a intentar hacer lo que podamos. Voy bien de animo, concentrada. Lo que tengo claro es que quiero dosificarme bien. Aprovechar las bajadas para recuperar fuerzas y usarlas en las subidas. Lo peor del recorrido sé que son los primeros 8 o 9 kilómetros primeros y los 2 o 3 ultimos.

Nos colocamos en la salida después de dejar las cosas en el ropero. No quiero machacar mucho en el calentamiento, así que trotamos muy poco, estiramos algo más y nos preparamos para empezar. Desde donde estamos no oímos el pistoletazo de salida, pero al cabo de un rato empezamos a avanzar. Iremos juntos hasta la puerta de Alcalá, desde ahí tendré que tirar de mí misma hasta el final, pero psicológicamente estoy perfecta. Todo va bien, veo a Jose despegar en el punto acordado, estoy contenta de que pueda correr sin la presión de llevarme a su lado y ahí empieza mi aventura en solitario.

Pica para arriba. Sé que será duro hasta Plaza de Castilla pero recuerdo la carrera del año pasado y llegué allí casi sin darme cuenta. A ratos me hago mi propio chequeo, todo perfecto, animo a tope, piernas bien, respiración acompasada, esto funciona.

Mucho paracaidista este año, varios grupos. Se agradecen sus cánticos, intento seguir su ritmo a ratos, concentrarme en las canciones me ayuda a no pensar que mis pies siguen en movimiento, y una canción son varios metros sin pensar y avanzando. Llego a lo alto, aguanto la cascada de sentimientos que se me agolparon en la carrera del 2016, no puedo permitirme un puchero a mitad de carrera, pero es increíble la gente que se da cita justo ahí para animarnos. Cada mano de cada niño que veo la palmeo, a ellos les gusta y a mi me da aliento. Había pensado hacer uso de la glucosa cuando llegase justo a ese punto pero … !que tontería, si ahora es bajada! lo reservo por si me hace falta mas adelante.  ¿No es increíble? Corro y hasta pienso, y ya llego al kilómetro 10.  Pensar que ahora es bajada casi continua me da alas. De vez en cuando, veo a lo lejos la masa de corredores subir algún repecho pero sólo pienso que es un repecho corto, soy capaz de hacerlo, después del repecho bajada de nuevo.

Otro chequeo. Me veo capaz. Todo sigue bien. Y entonces llego a Retiro, sé que me queda una bajada «recuperafuerzas» y, después de eso, la parte más dura, la que el año pasado acabó con mis piernas. Pero si la hice una vez, podré hacerla otra. Veo Atocha a lo lejos y sé que empiezo a subir en breve.  No quiero quemarme antes de llegar a la subida, no quiero quemarme solo con pensarlo. No pensar. Correr.

Chute de glucosa en la subida que me da una energía que no me creo. Nunca he tomado nada en carrera, ni en carrera ni en entrenamientos, ni siquiera sé como sabe esto. Pero enseguida noto que me pone las pilas. Puerta de Alcalá. ¡Venga, que llegamos! Entro en el Retiro. La entrada mas bonita de mi mundo de las carreras. La gente, una maravilla, los gritos un empujón hasta meta. y veo los arcos, ¿Por qué ponen tantos? Paso el primero y no se si seré capaz de llegar al último. !Que recta mas larga¡ Interminable. Pero por fin, subo brazos. Llego a meta y siento de nuevo el subidón de la tarea bien hecha, del deber cumplido. La satisfacción de haber conseguido de nuevo un sueño, mi sueño.